miércoles, 2 de junio de 2010

YA NO HAY VERGÜENZA


No, no hay vergüenza para decirlo sin usar palabras altisonantes o soeces. Ésto es para historia de terror, argumento típico de Stephen King o Alfred Hitchcock. Intentemos recrear el asunto en tu imaginación.

Ella, salió hace apenas 7 días de trabajo de parto y con el bebé en brazos escucha como llega tambaleante su marido, embriagado y fuera de control. Su niño menor de cuatro años se refugia detrás de ella. Ya lo conocen.

Él, al ver a su familia monta en cólera impulsado por la fuerte intoxicación y con una plancha le golpea repetidamente. Su hijo, así de pequeño, trata de defender a su madre quien para evitar golpes al recién nacido, mete los brazos y se voltea recibiendo un golpe en el rostro que le fractura el tabique, cae al suelo donde es pateada por el furibundo tipo y pretende ahorcarla. Él aún ebrio, todavía porta su uniforme de policía y arma de cargo.

Ante la gravedad de la situación, ella pide ayuda al Centro Integral de Atención a la Mujer maltratada, siendo rescatada. Es conducida al centro donde recibe atención médica y sus hijos cuidados necesarios. Sin embargo, horas después el centro es agredido por la policía quienes exigen la entrega de la mujer pues es considerada como rehén de un secuestro.

Personal del centro, al verse agredido solicita ayuda de la policía quienes controlan y someten tanto a los policías que pretendieron llevarse a la mujer, como al marido que sin vestir uniforme portaba el arma de cargo. Las autoridades de justicia estatal inician investigaciones sobre el asunto y el referido agente preventivo declara que se asustó al regresar a su casa y no encontrar a su mujer ni a sus hijos y jura que jamás la ha maltratado y por ello solicitó asistencia de la policía. Declara que al encontrarla en el CIAM, no conoce a que se dedica el lugar y seguramente la tenían secuestrada.

Así que para ponerle nombres a lo espeluznante de ésta situación hay que decir que el CIAM lo preside la periodista Lydia Cacho, quien fué entrevistada por el subprocurador de justicia de Quintana Roo, Rodolfo García Pliego y detuvieron a Cruz Antonio García Javier con los agentes que se prestaron al ataque.

La mujer cuyo nombre siempre se conserva en anonimato, sigue recuperándose del ataque y sus hijos ahora están seguros en el centro que recibe mujeres víctimas de violencia extrema.

Así que esos son los individuos que dicen cuidarnos y el cuerpo al que pertence, sirve también a intereses particulares.

Sería muy útil en éste caso y en éste momento, un castigo sumamente severo al agresor, a sus cómplices y sobretodo, público. Un castigo público que demuestre a la sociedad que el gobierno tiene carácter, que no está plagado de maricones que se hacen siempre de la vista gorda. Y es un aviso para aquellos que violentan las bases sociales.

¿Habrá quien lo pueda hacer entre los límites del deseo y las leyes?

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