miércoles, 23 de septiembre de 2009

UNA PATA LE TIRÓ A LAS ESCOPETAS


Las historias que se cuentan en todo el mundo sobre los trabajadores de la construcción, como les llaman en los países económicamente mas fuertes, o albañiles como se les llama en los menos avanzados económicamente, están plagadas de carga sexual.

Piropos, alabanzas, admiraciones, declaraciones, insinuaciones y hasta frases groseras y obsenas, han rodeado a un sitio en construcción y se alborotan los autores como sus productos cuando una mujer sin importar su clase, posición social, edad ni apariencia, se acerca.

Hasta que en ésta semana, la cosa cambió.

Las frases tan comunes como: "...con esas torrrrrtas y un refresco, atravieso el desierrrrto...", ¿Qué comen los pajaritos?, las clásicas ¿te acompaño al pan reinita?, ¿te cargo las tortas nena?, se vieron perturbadas y el tiro salió por la culata, los cazadores fueron cazados y el acoso se reviró.

Una mujer cansada, fastidiada y hastiada de que los hombres la rechazaran, acudió al desnudo con los trabajadores de la construcción, para que éstos le levantaran los ánimos y la ayudaran a sentirse de nueva cuenta una mujer irresistible y deseada por todos en una ciudad de Austria.

Los trabajadores se vieron sorprendidos cuando entró caminando completamente desnuda en la obra, suplicandoles que la tomaran. "¿Quién me quiere?" les decía mientras cada uno de ellos huía por lo extraño de la situación. "Nos gusta charlar con las chicas, es una tradición, pero lo de esta mujer ha sido demasiado. La situación era inmanejable. No queremos ni pensar lo que hubiera pasado si llega a atraparnos", señaló uno de los asombrados albañiles. Y tan los intimidó que de plano se escondieron hasta que la policía llegó para protegerlos y arrestar a la mujer que decidió responder a sus tradicionales piropos.

La mujer fue puesta a disposición de las autoridades y será sometida a exámenes médicos, con el fin de determinar si su comportamiento se debió a un trastorno mental o simplemente lo hizo por la necesidad de sentirse querida, deseada y amada. Y el sueño de los alarifes de tener a una mujer en sus manos, se rompió en mil pedazos al volverse realidad. Visto está que perro que ladra, no muerde.

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