lunes, 10 de agosto de 2009

¡AH PA´ VECINITOS!

La primera vista de Barack Obama a México coincidió con la aparición del virus de influenza porcina, desatando un tsunami de pánico, paranoia e incertidumbre cuyas consecuencias destrozaron principalmente la economía de nuestro país, de por sí muy lastimada por las genialidades de nosotros mismos y nuestros gloriosos gobiernos. Después de declararse la contingencia sanitaria se le llamó influenza humana y hasta mexicana, por algunas partes del planeta. Ahora, se sabe que su nombre científico es AH1N1 y si tienes la paciencia de soplarte los 10:41 de éste video, podrás enterarte del contubernio de una firma farmacéutica británica con estadounidenses y que escogieron a México como plataforma de lanzamiento.



Así que ahora, no resulta tan inverosímil pensar que vino esa plaga en el avión de Obama. Y por ello, el reclamo de los niños:


Para el caso del otro vecino de Norteamérica, Canadá y su primer ministro Stephen Harper, el mayor reclamo además de la restricción que exige a los mexicanos visa para entrar a ese país contraviniendo los acuerdos de libre comercio para la zona, está la matanza de focas bebés.

¿Y qué rayos es ésta barbarie?


Cada año, sobre los hielos de la Península del Labrador y de Newfoundland, al abrirse la primavera, tiene lugar la mayor carnicería mundial de mamíferos. Cientos de miles de focas, de entre 12 días y 12 meses de edad, mueren a golpes para que su preciada piel, su grasa y sus penes lleguen al mercado occidental como productos de lujo, dietéticos o afrodisíacos.

¿Pero por qué hace esta barbaridad un país de los llamados civilizados, del primer mundo, de los avanzados? ¿Por qué su población que dice ser pacífica y gentil se transforma en carniceros despiadados?

Tanto el gobierno de Canadá como su industria pesquera proclaman que las focas del Atlántico Norte deben ser objeto de matanzas selectivas porque comen mucho bacalao, no quieren dar marcha atrás en ese argumento. De hecho, en 1994 dos científicos pertenecientes al propio gobierno determinaron que la verdadera causa del descenso de la población de bacalao en esa zona era el exceso de capturas de los pesqueros. Los ecosistemas son complejos, y lo cierto es que las focas consumen también otros peces que son depredadores del bacalao, por lo que estas campañas de exterminio podrían empeorar con mucho la situación.

Es más conveniente para el gobierno y la industria pesquera exterminar a las focas que afrontar el grave problema del exceso de capturas de sus pesqueros. También es una buena excusa para que el gobierno sortee las oleadas de críticas por su apoyo a esas matanzas. Y por respeto a quien lea ésto y al reino animal, no pongo imágenes de las focas destrozadas, basta con imaginarlas.

Pero ellos ahora vinieron a enseñarnos reglas decentes para el juego de la vida y van a capacitar a nuestros polecías (a propósito, pues hay policías y polecías). Ellos, tan decentes...

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